Despierta. Mueve tu cuerpo,
vamos, ven a bailar que el horno está frío y la quietud no ayuda. Ven, baila salsa conmigo y caliéntate, quiero ver tus mofletes rosados, quiero ver la sonrisa en la luz de tus ojos, relájate,
conmigo estás en buenas manos.
Fluye junto a mi en un futuro sin música; vamos a seguir la cuerda hasta la cima del Kilimanjaro y a viajar para formar huracanes en
nuevas latitudes, para ver la lluvia en el desierto y el
desierto en la antigua ciudad. Ven o márchate, elige bando: conmigo o contra mí. Ven y polarízate, ve al extremo estúpido, deja que
colaboraremos en tu desequilibrio.
Se que te hacemos llorar y
que lloras con ganas; se que te hacemos sudar y que tu sudor nos
derrite. Se que podemos cocinar sin fuego cuando te enfadas y tus
emociones brillan alto, contundentes. Lo se porque eres nuestra
maestra.
Te pones boca abajo en
respuesta a las cosquillas que te hacemos en la planta de los pies.
Te enfadas porque tu tienes tus tiempos y nosotros nos empeñamos en
ajustarte a nuestros horarios locos, nuestras necesidades confusas.
Te pones boca abajo y gritas, pero tu voz nos llega de forma
indirecta, confusa, tanto que nos
asusta, a veces incluso nos mata. Nosotros debatimos, hablamos de ti y tus
necesidades, pero nos cuesta ponernos de acuerdo: unos interpretan tu
mensaje de un modo, otros de otro. Los astros giran y tu sigues con
tu movimiento anormal, sintomático, alterando tu esencia,
modificando patrones, haciendo que nuestros científicos se asusten
como niños y que los demás gritemos en respuesta a tu presencia
imponente, a nuestro propio miedo.
No es que no nos importe tu
llanto, es solo que, como tu, somos complicados. Entendemos que
debemos (porque podemos) cambiar ciertos patrones de conducta;
necesitamos que tu, maestra, nos sigas enseñando el camino bueno,
también el malo, pues últimamente tu ser, nuestro mundo, gira a una velocidad excesiva, como si una
mano gigante no parara de dar cuerda al globo terráqueo de cada
habitación. Nosotros, lejos de frenarla, invitamos a ese ajetreo que
nos lleva como pollos sin cabeza, que nos ha expulsado de nuestra
balanza y que ahora parece arrastrarte a ti también a otro lugar del
espacio, más cerca y a la vez más lejos del sol.
Maestra, a nosotros nos cuesta
convivir, lo sabes. Necesitamos lecciones de tolerancia; necesitamos
más práctica en biología empática. Maestra, si los árboles
lloran al ser talados, haz que derramen lágrimas para que todos
entiendan. Maestra, si los glaciares sufren porque retroceden, deja
que visualicemos su angustia y suframos junto a ellos. Maestra, tu
llanto inunda las calles, ahoga a las ovejas y trae de cabeza a los
bomberos. Te pedimos perdón de corazón, de verdad, no queremos
hacerte llorar.
¡Si, maestra! Se que a veces
nos falta un punto de humildad y que tu, con sutil elegancia, nos lo haces saber. En el fondo todos sabemos que
seguirás aquí cuando nosotros ya no estemos, que eres tu nuestro
verdugo, no al revés, y está bien que así sea. Entiende
nuestros anhelos de supervivencia; disculpa los ataques suicidas en los que sales malherida. Si, son absurdos en tanto que aceleran nuestro adiós,
pero por desgracia no nos damos cuenta con facilidad. ¿Te he dicho
ya que somos muy complicados?
Quisiera ofrecerte una ducha
de agua fresquita en tu verano sincero; quisiera deslizarme por las
montañas nevadas de tu entusiasmo. Quisiera que volvieras al centro
de tu balanza, que nos perdonaras gracias a nuestros actos y que
volviéramos a ser uno, todos nosotros.
Maestra, ojalá pudiera
mostrarte hoy todos nuestros progresos, pero lo único que puedo ofrecerte es mi mejor voluntad y la de todas estas personas que están aquí
conmigo, sirviéndote en agradecimiento por habernos cuidado tan
bien, habernos dejado vivir en plenitud.
Se que crees en nosotros
aunque a veces no te demos motivos; debes saber que tu fuerza y
sabiduría nos enfría y calienta en armonía hasta el punto de hacernos sentir capaces porque
unidos, unidos también a ti, podemos hacer cosas dignas, bellas, las
mejores que somos capaces de lograr hoy.
¿Y mañana? Mañana
tranquila, amiga, pues seremos capaces de aprender de nuestros
errores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario